La plaza de san Martín es un homenaje al libertador de Lima. Veamos un poco de historia:
El memorable 8 de setiembre de 1820, se inició el desembarco de la Expedición Libertadora en la bahía de Paracas (departamento de Ica). Seguidamente, los patriotas ocuparon Pisco, Chincha y demás haciendas inmediatas. San Martin estableció entonces su Cuartel General en Pisco. San Martín ocupa Lima y reúne a Cabildo Abierto el 15 de julio de 1821. El 28 de Julio de 1821, reunido Don José de San Martín con el Cabildo Abierto en Lima, declaró junto con el pueblo la Independencia del Perú de la dominación española y de cualquier otra dominación extranjera. Don José de San Martín proclamó y juró la Independencia del Perú en la Plaza Mayor de Lima con las siguientes palabras: "EL PERU DESDE ESTE MOMENTO ES LIBRE E INDEPENDIENTE POR LA VOLUNTAD GENERAL DE LOS PUEBLOS Y POR LA JUSTICIA DE SU CAUSA, QUE DIOS DEFIENDE. ¡VIVA LA PATRIA!, ¡VIVA LA LIBERTAD!, ¡VIVA LA INDEPENDENCIA!"
En los alrededores de la plaza, se encuentra una famosa calle peatonal, (cuyo nombre no recuerdo..) que esá siempre llena de vida y de comercio. Un placer perderse entre la gente.
Desde la Plaza mayor continué mi paseo hasta el Monasterio de san Francisco de Asís, donde se encuentran unas antiguas catacumbas que funcionaban como enterramiento cristiano en el S.XVII.
Esa noche cené con Mónica y Patricia, de Payet Rey Cauvi, que me llevaron a las Brujas de Cachiche, un elegante restaurante, con música de piano, buena cocina típica peruana y una agradable conversación. Fue tan bueno salir de Chincha y disfrutar un poco de la vida de noche en una gran ciudad!
Este desnivel lo aprovechan los enamorados para dejar escritos en la playa sus mensajes de amor y que todos puedan verlo desde lo alto del paseo.
Y caminando llegué hasta la Plaza de Armas de Lima, o Plaza Mayor, donde se encuentra la Catedral, que es el edificio que data de más antiguo: construida en 1555 y reconstruida después del terremoto de 1746. El resto de la Plaza no conserva sus edificios originales.
El Palacio del Arzobispo, el Palacio de Gobierno (donde reside el Presidente del Perú) y la mayoría de edificios de la Plaza son de la primera mitad del S.XX. Sin embargo, a mi juicio, conservan el aire de arquitectura colonial tan extendida en otros tiempos, con sus balcones, sus balaustradas, las arcadas, y el intenso color... lo que hacen que la plaza resulte un lugar armónico, apacible y hermoso.
Desde la Plaza mayor continué mi paseo hasta el Monasterio de san Francisco de Asís, donde se encuentran unas antiguas catacumbas que funcionaban como enterramiento cristiano en el S.XVII.
Esa noche cené con Mónica y Patricia, de Payet Rey Cauvi, que me llevaron a las Brujas de Cachiche, un elegante restaurante, con música de piano, buena cocina típica peruana y una agradable conversación. Fue tan bueno salir de Chincha y disfrutar un poco de la vida de noche en una gran ciudad!
Al día siguiente, el domingo temprano, di un paseo por el malecón desde el barrio de Miraflores.
Las vistas de la ciudad y del mar desde este paseo son preciosas. La ciudad, pese a estar al borde de la costa, en realidad se desarrolla a bastante altura respecto del nivel del mar ya que las playas quedan a los pies de grandes acantilados de tierras rojizas.
Este desnivel lo aprovechan los enamorados para dejar escritos en la playa sus mensajes de amor y que todos puedan verlo desde lo alto del paseo.
Otro punto del paseo, desde el que se ve 'la Rosa Naútica', que es un selecto restaurante de comida de mar de alta cocina peruana situado en el espigón nº4 de Miraflores, un enclae privilegiado.
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Y paseando, paseando, llegué al 'Parque del amor' , que es un pequeño parque donde se encuentra una potente escultura de 'el beso' que los propios limeños dicen es un Parque Güell (Gaudí, Barcelona) en miniatura, pero en mi opinión esa es una valiente comparación...! Sin embargo es un bonito lugar a los pies de la ciudad para caminar, montar en bici, o sentarse a relexionar...
Una vista desde el Parque del Amor donde se ve cómo estas playas siempre están llenas de surfistas por sus olas, no importa la época del año que sea.Y para terminar el día, disfruté de una bellísima puesta de sol sentada en una terraza de Larco Mar, tomando un cocktail con mi amiga Erika, que estaba haciendo tiempo para tomar el avión que la llevaría de regreso a Méjico.